jueves, 29 de abril de 2010

Tan afilada es un arma como una palabra... falsa.

A veces la vida puede ser... -Y se quedaba pensando, esperando que sus propias palabras le sorprendieran-. Maravillosa... -Y las chinchetas que sujetaban su sonrisa se hincaban en su mandíbula. La agarraba de la cintura-. Te tengo a ti y no puedo pedir más...

Le regalaba un beso lleno de incoherencias. Un beso sin pasión es como no besar al sapo y sí a la rana. Y le daba igual. Le daba igual porque ya lo había perdido todo. Incluso lo importante.

lunes, 26 de abril de 2010

Mientras les dejen, diseñen e imaginen.

Correr nunca se me ha dado bien. Siempre que lo hago el camino se me hace más largo que si lo hiciera caminando. Y es un fastidio. Porque en todos esos vanos intentos incluso he creído que llegaría a algún sitio. A un puerto con barcos. A un paseo de noche con luces tenues color naranja o a la habitación de un hotel con paredes de cristales desde la que se pudiera ver todo. Incluso lo que no se ve.
Pero siempre me rindo. Él es más rápido. El tiempo siempre acaba adelantándome a un ritmo incombatible. Díficil de alcanzar. Como los sueños poderosos de un mendigo. Y yo no digo nada. Tan sólo veo, escucho y callo. Y siento, pero... siento muy lejos de aquí. Tal vez en silencio y sin ganas. Con asco. Con un poco de asco... ¿Qué digo? El corazón late y late y late y late... ¿Y qué? Que late, que late, que late... ¿Y qué pasa? Pues nada. Porque nunca pasa nada. Porque ya no va a pasar nada. Porque es un berrinche. Una carrera perdida que a mi ya no me da pena perder. Porque con el tiempo delante, comiéndome su espalda ancha y eterna, he comprendido que los mejores no son los que llegan los primeros, sino los que simplemente llegan y crecen mientras lo intentan. Los que lloran cuando pierden el equilibrio y los mismos que se levantan y creen que todo es posible, que los sueños del mendigo pueden ser importantes porque son sueños. Y nunca, mientras nos dejen, mientras la vida y el tiempo nos dejen, tenemos que dejar de diseñar e imaginar.
Porque nuestra vida es un sueño. Un sueño diferente. Un sueño que tiene partes que no soñamos, pero que son esenciales para poder desarrollar las que si. Porque tenemos que entenderlo. Porque hoy la noche está oscura, pero no le faltan estrellas. Y es lo único que necesito. Una estrella que me cuide desde arriba o... desde abajo, y que siempre me pueda meter en el bolsillo y sentirla cuando más lo necesite.
Y gracias a Dios, a la suerte o al fracaso, yo creo en esos puntitos luminosos que están muy lejos, pero que en mi día diario, en las noches de a pie, siento conmigo tan cerca. Y gracias al cielo, no necesito que nadie me regale flores porque yo, como decía mi gran J.L Borges he decidido plantar mi propio jardín y decorar mi propia alma. Despacito y sin correr.

viernes, 9 de abril de 2010

Para Diana

Hoy hace exactamente dieciocho primaveras. Tú, que hoy sonríes para todos y te has rizado el pelo, te has hecho grande. ''Grande'', siempre entre comillas, con esa sutil y ligera creencia de que no es tan cierto, de que aún hay una parte de ti que se niega a dar el paso y crecer.

Se que no te gusta leer y que es una tontería que te escriba esto pero... ¿Y qué? Yo hago las cosas aún sabiendo de antemano que esto te va a hacer gracia. Supongo que es la finalidad que en este momento tienen mi palabras, hacerte reír y concienciarte de una cosa, para mí la más importante, que te quiero un montón. Que me alegro mucho de estar aquí, de que pasemos tantos ratos juntas (queriéndolo o sin querer), de que me conozcas tanto y aún así tú también me quieras y de que este, a pesar de ser un año muy importante para ti, para las dos, confío en que no sea el único importante en nuestras vidas. Y que en ese, y que en todos, haya una cosa que nunca cambie.

Felicidades,

martes, 6 de abril de 2010

El café solo y triste de la mañana


He acabado acabando con todo. El olor de las tostadas a las siete, con bajo cero detrás de la puerta de casa, ya no es lo mismo. La ventana está llena de vaho. Se ha quedado tu mensaje, pero he intentado no mirarlo muchas veces. Qué estúpida la sensación esta de sentir que solo haces estupideces. Y la aburrida y triste verdad de no tener ganas de nada. Cuántas musarañas en la cabeza y que sin fin de polillas en el corazón. Ya noto la desagradable sensación. Incluso el café se ha vuelto amargo... sin ti.