miércoles, 17 de marzo de 2010

Aire cargado

Él ya está despierto pero, sin embargo, no se mueve. No ha abierto los ojos. Está quieto. Quieto, quietísimo. Y no hace ruido. No quiere estropear ese cómodo silencio, esos suspiros de amor que se han quedado en el aire, que vuelan, transparentes y juguetones, por toda la habitación.

La mira y piensa que está aún más guapa que despierta. Su leve sonrisa, suspendida en sus labios, permanece inamovible. Parece haberse quedado dormida recordando un bonito recuerdo. ¿Pensando qué? Le encantaría saberlo, pero no se lo pregunta. No quiere preguntárselo. Por eso cierra los ojos y retorna, a su vez, una de las frases de aquella canción:

"El regalo más grande, es nuestro para siempre"


No hay comentarios: